Un libro original y sorprendente que recomiendo por su simpleza a la hora de explicar las acciones cotidianas en el ámbito empresarial y en la vida personal. Habla principalmente de cómo entendernos a nosotros mismos y a los demás a través de una serie de cartas divertidas, apasionantes y lúcidas, que nos abre los ojos para entender la vida, para desarrollar la creatividad, para comprender mejor lo que significa una existencia autónoma y feliz. Este libro nos invita a reflexionar sobre estos temas, y nos brinda las herramientas para hacerlo, y lo que es más importante, nos ofrece un método para que recobremos algo que nunca debimos haber perdido: ser los directores de nuestra propia vida.
Digo que escuché esta frase y no que la leí, porque lo hice a través de su audiolibro, otra forma que tenemos para introducirnos en el mundo de la lectura.
La frase en cuestión dice:
“Muchas personas pagan un precio excesivamente alto por su sueldo”
Lo que quiere decir es que, muchos excelente profesionales y empleados de empresas, pagan un precio en stress, esfuerzo, renuncia a la vida familiar, renuncia al tiempo libre, renuncia al cuidado físico y emocional de sí mismo, muy superior al valor del dinero que se les ingresa en el banco al final de cada mes.
Esta oración posee varios matices para reflexionar y vincularlos con una cantidad enorme de actos que realizamos en nuestra vida. Situaciones que ocurren a diario. Uno de ellos se da cuando algunos profesionales trabajan en forma excesiva, con la excusa que “deben hacerlo” o “tienen que hacerlo” de esta manera, para mantener el nivel de vida de su familia, para darles un buen pasar a sus hijos, un buen presente y futuro económico. En esta situación lo que logran es perderse la infancia y el crecimiento de sus hijos y el tiempo es algo que no se recupera. Les dedican muchas más horas al trabajo que al estar disfrutando con sus familias.
Debemos poner en la balanza de nuestras vidas lo que es más importante. Si creemos que el trabajo es más importante que la familia, para mí, estamos yendo por el camino equivocado. Nos desviamos en una bifurcación y ahora no podemos volver a encontrar el sendero correcto.
No pongamos como excusas a nuestras familias para sacrificarnos. Ellos nos prefieren sanos y de cuerpo presente, antes de tener más dinero y un mejor nivel de vida.
Otra apreciación de esta frase es cuando las personas dicen que están trabajando duro ahora, para después disfrutar lo obtenido en el futuro. Sobre esta elección que hacen muchos, diría que es una de las peores decisiones que se puede tomar con respecto al trabajo. Primero, no sabemos qué va a suceder en el futuro. Estamos apostando nuestra riqueza a algo extremadamente improbable. En otras palabras, estamos regalando nuestro dinero (y nuestra salud) a un futuro cada vez más incierto. Segundo, y suponiendo que llegamos a la vejez, luego de una vida ardua de trabajo, y queremos ahora sí, disfrutar del dinero que fuimos ahorrando a lo largo de nuestras vidas. Muchas de las cosas que queríamos hacer cuando éramos jóvenes, no las vamos a poder realizar por diferentes motivos. Porque el contexto cambio, porque tendremos que gastar gran parte del esfuerzo de toda la vida en cuidados médicos, porque ya no nos interesa o por cualquier otro motivo que surja. Es decir que, sacrificamos nuestra salud (sobre todo salud mental) para ganar más y más dinero, y cuando nos retiramos, tenemos que usar ese dinero para recuperar nuestra salud que perdimos por trabajar en exceso de jóvenes. Es un círculo vicioso del que muchas personas no pueden salir. Lamentablemente es así como piensan muchas personas. Viven más pendientes del futuro que del momento presente.
Por todo esto, vivamos el presente y nada más que el ahora. Este es el momento para disfrutar. Este es el instante para hacer las cosas que queremos hacer, que nos dan placer, y rechacemos aquellas que no nos gustan. Disfrutemos de nuestra familia, amigos, parejas, ahora.